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Wow. ¿Quedan solo ocho días? Cómo pasa el tiempo cuando te lo estás pasando bien. Pero, ¿sabes cuándo no se pasa tan rápido? Cuando estás mal.

El otro día tuve la mala suerte (o la buena, depende de cómo se mire) de darme cuenta de ello. Me desperté a las 3, 5 y 7 de la mañana para ir a vomitar, y mientras iba y venía del baño me di cuenta de una cosa:
Lo que yo quería no era que J. o Tris se despertaran y me preguntaran si estaba bien. No quería tomarme algo que me calmara el estómago. No quería salir al porche de casa de Einyel para tomar aire fresco.
Quería a mi mamá.

Quería que mi mamá se levantara, como hacía siempre, y viniera a ver qué me pasaba. Que se ofreciera a dormir conmigo, y luego se pasara toda la noche despierta por si acaso yo me ponía peor. Que me acariciara la frente con el reverso de la mano para ver si tenía fiebre. Que me acariciara el pelo. Que me dijera que me iba a poner bien.
El problema es que eso no podía pasar, porque ella no estaba allí conmigo.
Y desde dentro de ocho días hasta dentro de diez meses, tampoco lo va a estar.
Y es por eso que tenemos que crecer y hacernos fuertes. Asumir que parte del intercambio es aprender a sobrevivir por tu cuenta, que en Estados Unidos no va a haber nadie pendiente de ti. Y es obligatorio darse cuenta de eso, porque se lo debemos a aquellos a los que dejamos atrás.
Siempre he pensado que, en una despedida, es el que se queda el que se lleva la peor parte. El que sufre más. Al fin y al cabo, el que se va estará conociendo a gente nueva y recorriendo nuevos lugares, mientras el que se queda estará yendo a los mismos sitios a los que iba con quien ya no está...pero solo. Tendrá a su alrededor al fantasma del que se ha ido.

Y es por eso que debemos facilitarles el trabajo. Tenemos que dejar saber a nuestros padres que vamos a estar bien, que podemos aguantar perfectamente un año sin ellos porque hicieron muy bien su trabajo al enseñarnos. Tenemos que tener en cuenta que ellos hacen un esfuerzo monumental al permitirnos cruzar el mundo y dejarles atrás. Tenemos que honrar su confianza, porque nuestros padres son quienes nos han hecho lo que somos.

Así que gracias, mamá.
Gracias, papá.
Os quiero a los dos.

11 ~ Exchange Student

"El intercambio es un cambio. Es rápido, brutal, hermoso, doloroso, increíble, inesperado, abrumador y, sobre todo, un cambio constante. Es un cambio en tu estilo de vida, país, idioma, amigos, padres, casa, colegio; todo, a resumidas cuentas.
El intercambio es darte cuenta de que todo lo que te dijeron de antemano era mentira, aunque sí que tuviera una parte de verdad.

El intercambio es pasar de creer que sabes quién eres a ser alguien nuevo. Pero no completamente nuevo. Sigues siendo la persona que eras antes de decidir dar ese salto en el vacío. Sabes cómo es estar solo y lejos de casa, sin conocer realmente a nadie. Y sabes que eres capaz de hacerlo.

El intercambio es aprender a confiar. Confiar en gente que, al principio, es solo un nombre en un trozo de papel. Confiar en que solo quieren lo mejor para ti, que les importas. Confiar en que tienes la fuerza suficiente para soportar un año por tu cuenta, soportar un año alejado de todo aquello que siempre te ha importado. Confiar en que vas a hacer amigos. Confiar en que todo va a salir bien. Confía, y verás tu confianza justificada.

El intercambio es pensar. Todo el tiempo. Acerca de todo. Pensar en esas costumbres extrañas, la comida rara, el idioma desconocido. Sobre por qué estás ahí y no en tu casa. Sobre cómo serán las cosas una vez que vuelvas a casa. Cómo ese chico o esa chica va a reaccionar cuando te vuelva a ver. Sobre quién va a dónde este fin de semana, y por qué tu no estás con ellos. Pensar en por qué nadie te invita a nada. Después, pensar en a dónde ir cuando te lluevan invitaciones de todos lados. Pensar en cómo irán las cosas en casa. Sobre lo estúpida e inconveniente que es esa mierda de los husos horarios. No sólo por la gente que te espera en casa y con la que quieres hablar, sino por esos anuncios que ves en la tele y que no hay quién entienda. Es pensar acerca de lo que está bien y lo que está mal. Sobre lo mal que te portaste con una persona sin querer hacerlo. Sobre la razón de todo esto. Sobre la razón de tu vida. Sobre quién quieres ser y qué quieres hacer. Sobre cuándo vas a tener que ir a dar una charla al club de español, incluso aunque no pertenezcas a él. Sobre si deberías ir derechito a casa después de clase, o quedarte en casa de algún amigo hasta llegar la medianoche. Algún amigo al que no conocías hacía unos pocos meses. Y sobre qué es exactamente lo que ese amigo te acaba de preguntar, porque no has entendido una mierda.

El intercambio es la gente. Esa gente tan extraña que te mira como si el alienígena fueras tú. Esa gente que es demasiado reservada para hablar contigo.  Y esa gente que, de hecho, habla contigo. Esa gente que sabe tu nombre aunque tú nunca se lo hayas dado. Esa gente que habla de ti a tus espaldas y suelta mierda sobre tu país. Toda esa gente que no se merece ni que les dirijas una simple mirada. Esa gente a la que ignoras.

Y esa gente que te invita a su casa. Que te integra. Que mantiene tus pies en la tierra. Que se convierte en un amigo."